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-Presentación Nueva Web de la Hermandad: Viernes 15 de marzo 19:30h.Sala Ámbito Cultural El Corte Inglés.
-V Charlas de Formación Cofrade y Procesional: 18, 19 y 20 de marzo, a las 20:30h
-Presentación Cupón de la ONCE Miércoles Santo que protagoniza Animas de Ciegos.Viernes 22 de marzo 12h. en Agrupación de Cofradías.

lunes, 16 de abril de 2012

"La Vera Cruz" (LaTribuna.org)

Para muchos pasa desapercibido. Durante todo el año está en su altar mayor, presidiendo el templo de San Juan. Y cuando Málaga duerme, resacosa de un Jueves Santo de intensas y fuertes emociones, en el íntimo y cansado amanecer, tras tantos días de procesiones en la ciudad, sale a visitarla. En el recogimiento de las claras del día, con las calles empapadas, dando pie al luto, y al negro... El Viernes Santo empieza con Él.

Muchos lo han descubierto, y ello es siempre una grata noticia. Pero para la gran mayoría del mundo cofrade, los que vencen al cansancio y tras despedir a la Esperanza acuden a su encuentro; los que entre ambas naves laterales de San Juan, tan pobladas de los Titulares de Fusionadas y Dolores, tienen un recuerdo para entre ambos polos encontrarse con Él; es esa mayoría la que ha redescubierto al Cristo de la Vera+Cruz.

Y por fin, tras un largo proceso de restauración, el Señor de la Vera+Cruz ha vuelto a Málaga, tras ser acometido un integral proceso de recuperación de su estética, tan adulterada y corrompida por el paso de los siglos, en el taller del sevillano imaginero y Doctor en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, Juan Manuel Miñarro.

No solo culmina el proceso de restauración, sino que culmina toda una apuesta por la valentía que desde estas líneas queremos reconocer a las Reales Cofradías Fusionadas ( @rcfusionadas ). Y ha sido valiente porque la envergadura que conllevaba una restauración tan profunda de sus tres Titulares más antiguos (Azotes y Columna, Ánimas de Ciegos y Vera+Cruz) obviamente iba a contar con sus partidarios y sus detractores, por el mero hecho de que no hablamos de meras obras de arte, sino de imágenes con una carga devocional (y sentimental) que hace que al pueblo llano, que no entiende de "goticismos, marienismos o antequeranismos", le resulte indiferente todo tipo de explicación. Oiga, como es perfectamente comprensible.

Pero dice el refrán que rectificar es de sabios, y son esos mismos detractores los que han de entender que no se trata de alterar por gustos los Titulares sino, precisamente, resolver ese error cometido en épocas pasadas para devolver las imágenes a su fisonomía original o, al menos, a una impronta de siglos pasados que les quite el disfraz de modernas o contemporáneas, que en absoluto les corresponde.

En ciertos sectores del mundo cofrade, el proceder de Juan Manuel Miñarro es discutido y cuestionado. No en vano, la lista de imágenes restauradas por él en nuestra ciudad es extensa, y en ocasiones se han visto envueltas por la polémica, considerando la opinión pública que la huella e impronta del profesor siempre quedaba impresa en sus actuaciones, con lo que del más pulcro y sagrado respeto pasaríamos a un respeto con matices, si puede decirse así.

Lo cierto es que tras la restauración, ya hace bastantes años, del Señor de Azotes y Columna, existían interrogantes. Sobre Miñarro los tópicos son los mismos de siempre. "El Cristo va a volver blanco", suelen decir. También es muy recurrente el "va a venir que ni la Pasión de Mel Gibson". Azotes y Columna sentó un precedente con el enorme manantial de llagas con que Miñarro sorprendió al orbe cofrade malacitano, despertando no pocas críticas, coincidiendo además con una época en la que el celebrado filme de Mel Gibson se encontraba en su apogeo. Seguramente esas mismas voces críticas nunca se han asomado a la espalda del Cristo del Mayor Dolor de Antequera, obra de Andrés de Carvajal, y a cuya autoría o círculo se ha vinculado, por las evidentes semejanzas, el Señor de Azotes.

Con el Cristo de Ánimas de Ciegos ocurrió tres cuartos de lo mismo. El brillante e incontestable proceso llevado a cabo por el IAPH no fue entendido por todo el mundo cofrade, pues naturalmente el aspecto del Señor, a simple vista, cambió. Pues claro que lo hizo, y felizmente. La seducción que parece que siempre supone una policromía de carnaciones morenas impidió ver a dichos sectores que el Señor de Ánimas de Ciegos, felizmente, se encontró de vuelta. Ojo, no con nosotros, sino con todos los siglos a sus espaldas de atrocidades artísticas. La basta, innecesaria y antiestética (y antiartística, si se quiere) corona de espinas de la imagen era claro ejemplo de ello, y felizmente, forma parte del pasado. Hoy los cofrades disfrutamos de un Cristo de Ánimas de Ciegos recuperado, como antaño, y fue gracias, como decíamos al comienzo, a la valiente apuesta de Fusionadas; todo riesgo implica un precio a pagar. Se han leído auténticas salvajadas sobre la restauración del Señor de Ánimas (independientemente del gusto personal de cada uno) que deja entrever la necesidad de formación que existe en el mundo cofrade, no solo cristiana (por descontado), sino artística.

Con estos antecedentes, y retomando lo expuesto por Azotes, muchos ya vaticinaban la continuación de una saga melgibsoniana por parte de Miñarro. Ello implica entre otras cosas que el osado cofrade pitoniso ponía en cuestión el rigor y el proceder no de un cualquiera; de un profesor de Facultad, consagrado imaginero, y con un curriculum que habla por sí solo. En otras palabras, el osado cofrade, cuando la cofradía de Fusionadas anunció la restauración a cargo de Miñarro, con el colmillito que caracteriza a este mundillo, ya se frotaba las manos para, una vez contemplado un sangriento y cruento Cristo de la Vera+Cruz, es una reinterpretación gótica de Jim Caviezel, pretender enseñar a un padre cómo hacer hijos; sentarse ante la pantalla del ordenador y quedarse a gusto ensañándose con el Titular cristífero. Los mismos, por cierto, que se jactan de que las imágenes son sagradas y que a la hora de restaurarlas hay que respetarlas. El mismo respeto que para muchos ha merecido, por ejemplo, Ánimas de Ciegos. O sea, ninguno.

Pues bien, en una "guantá" sin manos, que para eso tiene sus gubias y cinceles, Miñarro nos ha devuelto un brillante, recuperado para la causa y renovado Cristo de la Vera+Cruz. En La Tribuna planteamos con este artículo un repaso a la trayectoria seguida por el último de los Titulares que procesiona en Semana Santa de la hermandad radicada en la parroquia de San Juan.

Si echamos un vistazo a los Titulares de nuestras cofradías fechados en siglos pasados comprobamos cómo, aparte de que son pocos (no olvidemos que Málaga, junto a Madrid, es considerada como la ciudad más afectada por los disturbios de mayo de 1931), ninguno (o para ser más rigurosos, prácticamente ninguno) de ellos ha visto pasar el tiempo en balde. En el caso que nos ocupa, el año 1991 marcó un punto de inflexión en la concepción del Cristo de la Vera+Cruz, que tras los lamentables sucesos, quedó dividido en siete fragmentos y que, tras décadas esperando sobre la capilla del Cristo de la Exaltación, fue Óscar San José quien se encargó de reconstruir, volver a dar forma a aquellos siete fragmentos para intentar devolver a la vida a un crucificado que se fecha en torno a 1505, y que es el más antiguo de cuantos componen la orquesta procesionista malagueña.

Naturalmente, y a la vista de los resultados, el proceso fue desacertado. El propio Miñarro con su intervención lo ha puesto de relieve, y quizá también haya sonrojado a quienes, armados de argumentos (que no entiendo bien cuáles, los sigo esperando), defendían que el Cristo de la Vera+Cruz, el que conocimos desde 1991, era majestuoso, y que no requeriría ninguna intervención.

Una vez más, error. Y en la conferencia que ofeció en el Museo Thyssen, Miñarro demostró que la imperfección de la reconstrucción del Señor tuvo quizá, como acierto del que congratularnos, el que ofreciese una base para llevar a buen puerto esta feliz restauración.

Con referentes coétanos como el Cristo de los Vigías de Vélez, y siguiendo un riguroso estudio artístico y respeto al estilo imaginero propio de la época, el artista hispalense ha sabido ir desgajando las distintas capas de policromía que, a modo de añadidos, han ido desvirtuando la impronta de la talla. Finalmente, por su estado de conservación, se ha optado por mantener la policromía datada en el siglo XVII, y que a la vista salta que es bastante más agraciada que la que hasta ahora lucía el Señor.

La restauración además nos ha sorprendido con un perizoma novedoso, con esos sutiles detalles en dorado y la fina línea azul que lo enmarca, con una gracia y personalidad dignas de alabar, pues busquen crucificados de nuestras hermandad que independientemente de los otros rasgos de la imagen, la resolución otorgada al paño de pureza habla por sí sola de su distinción.

Es igualmente notoria la sencilluz y pulcritud con que está resuelta la anatomía de la imagen. Lejos de los Cristos musculados y de "gran volumen" que, preferentemente, se trazan hoy en día, el Señor de la Vera+Cruz, acorde a la imaginería de la época, nos ofrece un contrapunto más que interesante. La carne consumida por la muerte; la sencillez, la separación de todo recargamiento. Su tórax y la delgadez de sus extremidades hacen que baste un vistazo para intuir la muerte pendiendo del madero.

Y la testa, el rostro. Al abrir la cartera de todo cofrade, entre las estampas que en ella se cuenten, de la Madre o de su Hijo, siempre se centran en recoger lo que más nos dice, lo que más nos aproxima a nuestras imágenes, que a fin de cuentas, es el fin para el que son creadas. Llama la atención la incorporación de una corona de espinas de plata, una apuesta totalmente acertada, así como la disposición de sendas potencias de plata, en consonancia con la corona, el INRI de nueva factura y los remates de la cruz arbórea con nudos, tan típica de la advocación de la Vera+Cruz, como podemos comprobar si comparamos, por ejemplo, con el homónimo hispalense. Sirven, por si fuera poco, para retrotraernos aún más a siglos pasados, a otras formas y concepciones de ataviar y presentar al culto a nuestras imágenes. Y todo ello enmarcando un rostro que ha recuperado la capacidad de transmitir, de conmover al espectador, como no se le conocía, con la unción por bandera en su policromía cadavérica. Basta comparar con estampas antiguas para comprobar, por ejemplo, la diferencia en el trabajo de la barba; no solo en el trabajo, sino en la naturalidad que ha ganado con la intervención.

Quizá entienda ahora el lector de esta su Tribuna por qué aplaudimos la valentía de las Reales Cofradías Fusionadas. Las Cofradías Fusionadas son todo un recorrido por la imaginería, por nuestro pasado. Son un estandarte, en resumen, de la Semana Santa de Málaga. Con su Cristo de la Vera+Cruz nos hablan de una Semana Santa, la nuestra, que es antigua; hunde sus raíces en siglos pretéritos y llega hasta hoy; pues aunque viva una época dorada, con altas cotas de calidad en su patrimonio artístico y en constante afán de superación, nuestra Semana Santa ya peina canas, aunque conserve el espíritu de un adolescente. Fusionadas nos habla de que la tradición siguió, y se amoldó a los estilos de las épocas que le fueron sucediendo, el los Cristo de Ánimas de Ciegos y el de Azotes y Columna.

Pero Fusionadas nos habla también del infortunio, de la desgracia que siempre ha sido especialmente injusta con Málaga, y si los sucesos de mayo llevaron al Señor de la Vera+Cruz a sucumbir y quedar flotando en el ostracismo durante décadas; un incendio se cebaría con las, según cuentan nuestras crónicas, queridas imágenes del Señor de la Exaltación, la Virgen del Mayor Dolor, San Juan Evangelista y la Virgen de Lágrimas y Favores. Patrimonio de nuestra Semana Santa, la prueba de que no somos imberbes en esto de lo cofrade, y que se perdió. Y tras ello, Fusionadas nos trajo también el neobarroquismo que tanto ha impregnado la imaginería andaluza en los últimos tiempos, con un Señor de la Exaltación del genio de Carmona, Francisco Buiza, y con las restantes imágenes de Dubé de Luque, que si bien con la Virgen del Mayor Dolor ofrece una versión más personal e íntima, en su Virgen de Lágrimas y Favores escenificó el cambio en la tendencia, el gusto por el prototipo de "Virgen Niña" que entre él y Luis Álvarez Duarte han difundido por todos los rincones de Andalucía. Y así nació la Niña de San Juan.

Con todo este escenario alcanzamos, en un abrir y cerrar de ojos, la madrugada del Viernes Santo.

El Himno de Coronación de la Esperanza ya no suena. Ya no huele a romero. Álcese la mañana, como caiga la muerte. El Cristo de la Vera+Cruz es el mismo, pero para nuestro gozo, las madrugadas de Viernes Santo acompañarán su cambio; serán como siempre, como el Señor, pero las veremos distintas. La apuesta, además, de procesionar al Señor sobre el austero y sobrio trono en el que hasta ahora procesionaba Azotes y Columna habla de un posible renacer, de una ganancia en el peso relativo que hoy por hoy representa Vera+Cruz en el procesionismo malagueño. Siempre, independientemente de la restauración, ha habido voces que han lanzado todo tipo de conjeturas. Muchos han sido siempre los que piden su paso por el recorrido oficial. Otros, dada la problemática de la situación horaria, han sugerido la incorporación de Mayor Dolor en el cortejo, como siempre fue. Pese a ello, ahí sigue, en su silencio y recogimiento de siempre, con el triste sonido de un muñidor que va anunciando la muerte del Señor.

Lo que el tiempo depare solo Dios lo sabe. La Semana Santa, a pesar de un cierto inmovilismo en su conjunto, demuestra que cambia a un ritmo vertiginoso. En esta misma hermandad, Lágrimas y Favores es el ejemplo. Su rosario lo recordamos con nostalgia y cariño, pero cuando el "joyero", como ya se le conoce, echa a volar por sus calles malagueñas, velero que surca las olas, atinamos a entender que todo cambio en ocasiones lleva inexorablemente a perder estampas, pero ganamos otras, nada desdeñables.

Por ello, el protagonismo y la relevancia en la Semana Santa, como manifestación artística, no solo piadosa, que el Cristo de la Vera+Cruz tomará tras esta restauración es una incógnita. Pero por lo pronto, en La Tribuna, nos hacemos eco de que, por fin, el Señor ha vuelto.